Cuando aún no había llegado la democracia a España, era corriente escuchar música de nuestro país del norte, Francia. Y todavía recuerdo fotos, en aquellas revistas de entonces, de un joven cantante, bien parecido, cuya pareja o esposa era una guapa cantante rubia. Casi no recuerdo ninguna de sus canciones, de entonces. Tampoco he seguido su carrera. Pues bien, esta semana ha fallecido.
Y he tenido la suerte de ver estos días un estupendo reportaje sobre su vida, hecho hace pocos años. En el mismo, diversos amigos y compañeros contaban diversos episodios de su vida.
Lo que marcó su infancia fue que a los pocos días desapareció su padre. Sencillamente, se fue. Tampoco su madre se ocupó de él. Fueron unos familiares los que se ocuparon de su infancia, incluso en otro país. De uno de ellos tomó el apellido, para su nombre artístico.
Este hecho doloroso marcó su existencia. Y tuvo sus consecuencias. Cuando nació su primer hijo fue incapaz de responsabilizarse del mismo, y se comportó más o menos como su padre, al menos en los primeros momentos.
Este hecho ha sido recordado incluso durante la ceremonia religiosa que se ha celebrado por él. Fue bautizado, no fue practicante, y murió católico.
En España, en nuestro país, muchos miles de hombres no pueden ejercer de padres. Un cruel y extendido hábito es minusvalorar el papel del padre, el único, y el elegido por las madres. Ese papel, esa figura familiar va perdiendo en la vida diaria de muchos niños el papel que debiera tener. Cuando es una riqueza que debiera ser valorada, y cuidada, por nuestras autoridades.
Recuerdo haber leído, hace no mucho, la historia de muchos niños que estaban en centros benéficos en Gran Bretaña, a finales de los cuarenta o principios de los cincuenta, del siglo pasado. Australia, el lejano continente, después del miedo de haber podido ser invadido por Japón, impulsó una política de atraer a emigrantes, para poblar tan gran país. Estos niños crecieron sin el calor de la vida familiar, sin los besos de una madre y los abrazos de un padre. Se hicieron mayores, se casaron y tuvieron hijos. Muchos de esos padres reconocieron que no habían sido capaces de ejercer de padres. No supieron dar los besos y abrazos que no recibieron de unos padres.
El sábado nueve de diciembre de 2.017, cerca de un millón de personas se ha reunido en París para rendir el último homenaje a un hombre del espectáculo, roquero, motorista, cantante, actor, compañero, esposo, padre, abuelo…….Más de sesenta años de carrera, que le llevó a mostrar su arte por toda Francia.
Un hombre capaz de llenar estadios, de dar para el día a día, y para la nostalgia, canciones a varias generaciones. Setecientos motoristas acompañaban al cortejo. Tres presidentes de Francia han acudido a este homenaje popular. Incluso un ministro de España.
Sus estupendos músicos, en las afueras del templo, y durante la ceremonia religiosa, han tocado su maravillosa música, con una notable perfección técnica. Fotos en el exterior e interior del templo.
Pocos políticos son capaces de reunir a tanta gente, que le quería, que cantaba sus canciones, que estaba entristecida.
Quizá hayan adivinado de quién hablo. Era Johnny Hallyday.
Jesús AYALA CARCEDO, de la ASOCIACIÓN DE PADRES DE FAMILIA SEPARADOS DE BURGOS-A.P.F.S.-BURGOS. 10-12-2.017