Dos reflexiones he conocido en los últimos tiempos, que me han hecho pensar, y que, con su permiso, voy a comunicárselas. La primera lo conocí hace unas semanas, y, más o menos, decía así:
Cuando una mujer sirve a un hombre, es una esclava. Si sirve a un jefe, es una mujer libre.
La segunda la he conocido hace unas horas, y la he leído en un libro, que solamente he ojeado, que me han regalado y que seguramente no esté en las librerías. Proviene de una mujer de fuerte carácter y convicciones de un tiempo ya lejano:
“La mujer debe liberarse del yugo de la religión y del marido.” (Belén de Sárraga).
Ayer mismo, por la calle, me crucé con dos mujeres jóvenes, que iban hablando de la larga lucha que lleva la mujer para conseguir derechos.
En estos tres casos, si permiten mi soberbia, se puede resumir uno de los problemas que afectan a las libres relaciones entre hombres y mujeres en España, aquí y ahora.
Ninguna mujer en España debe liberarse del marido. Aunque ahora, con esto del matrimonio de personas del mismo sexo, y no necesariamente homosexuales, unos y otras, unos y unos, unas y unas, lo han dejado en cónyuges.
La razón. Ni imponemos matrimonio, ni, por supuesto, a la otra persona, ni ponemos plazo mínimo de convivencia. Por lo tanto, la mujer actual en España no tiene que liberarse de marido alguno. Y tampoco las mujeres jóvenes han tenido que luchar largos años. Esto existe desde hace ya bastantes años.
Y, por otra parte, si alguna mujer se siente esclava por algún acto doméstico, compartido o no con un hombre, quizá debamos plantearnos si es eso lo que queremos. Si queremos tener esclavas en nuestros domicilios, y si la mujer se siente esclava. Me temo que esto no va con este pueblo y este país. Porque la libertad no se discute. Se tiene.
Hace unas semanas, al entrar en casa, Patagorda, aprovechando que la puerta estaba entreabierta, intentó salir. Temí que saliera a la escalera y se encontrara con un mundo que no conoce, lleno de peligros. Perdón. No les he presentado a Patagorda. Patagorda es un gato de pelo negro y largo, que, junto con su hermano Tímido, viven conmigo. Ya es mayorcito. Y sentí angustia, por un lado, de que se escapara y no lo volviera a ver, y, por otro, por los posibles peligros que pudiera sufrir. También tuve un sentimiento de culpabilidad, le tenía privado de libertad.
Si permiten la reflexión, las mujeres, como mujeres, cónyuges, pareja, o lo que sean, en la relación con un hombre, por ley, tienen libertad total de convivir con el hombre que hayan podido elegir, si ése ha sido el caso.
¿A qué viene todo este rollo?. Muy sencillo. A dos protocolos para tratar, o atender, a la mujer frente o contra el hombre de su elección.
El primero, colgado en la página del Poder Judicial:
¿Y si lo dejaran en denunciantes?. Y lo reflexiono porque, si atienden a víctimas, ¿qué es el hombre denunciado, si es un hombre elegido personalmente por ellas?.
https://apfsburgos.com/2019/01/11/que-pase-el-agresor-dijo-la-jueza/
El drama de España, sus mujeres y sus hombres, es que las denuncias no son necesarias para decretar un divorcio. ¿Entonces….?. Ahhhhh………
El segundo protocolo, su origen y demagogia, va dirigió al personal sanitario de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Esta es la demagogia:
https://www.burgosconecta.es/sociedad/casa-puerta-entrada-20190513184713-nt.html
¿Cómo van las cosas en casa?, puerta de entrada de la violencia de género en Atención Primaria
“Desde que una mujer empieza a sufrir violencia de género hasta que alza la voz y denuncia pasan, de media, 10 años. El maltrato en el ámbito de la relación de pareja es un proceso lento, que se agrava a medida que el agresor va ganando confianza y la víctima, perdiendo autoestima. Se empieza con pautas de control y aislamiento y se acaba con la violencia física, también sexual, y una violencia psicológica «que es mucho más destructiva».
Y digo yo. ¿Si en vez de tanta demagogia, a las mujeres, y hombres, nos enseñaran un poquito del derecho que hay en España?.
Me temo que éste no es un estado de bienestar para muchos ciudadanos, sino un estado muy, pero que muy endeudado. Y en vez de mucha demagogia, habrá que empezar a hablar de problemas sociales a solucionar.
Los médicos, propongo, podrían preguntar, cuando una mujer está en su consulta, si van a poder pagar la hipoteca o el alquiler. ¿Por qué no?. Eso también da mucha angustia. ¿Qué juez o médico curan esas angustias?.
Sin ánimo de ofender,
Jesús Ayala Carcedo, delegado de la ASOCIACION DE PADRES DE FAMILIA SEPARADOS DE BURGOS-A.P.F.S.-BURGOS.
Parece que falta la primera reflexión
Pues bien, es ésta:
Cuanda una mujer sirve a un hombre, es una esclava. Si sirve a un jefe, es una mujer libre.
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