En estos días de mayo, se nos informaba de que el cadáver de un niño de aproximadamente un añito había aparecido, en un centro de esos que se dedican a separar o reciclar nuestra basura, donde tratan residuos de diversas poblaciones.
Poco eco ha encontrado en la prensa. Si hubiera sido el cuerpo de una mujer tendríamos programas de televisión y artículos de prensa para llenar muchas horas.
Y sí, es un hecho terrible que un niño de esa edad tenga el mismo destino que una lata de refresco o las raspas de un pescado.
Dos niños de esa edad conozco actualmente. Uno de mi familia, y otra hija de unos amigos.
Me cuesta imaginar que esos seres llenos de vida y de cuyas gracias nos reímos, aparezcan entre multitud de restos de una civilización que para hacer una simple comida tiene que tirar plásticos, latas y otras muchas cosas que puede que no sean reciclables, no como hace cuarenta o cincuenta años.
No, para ese drama de la Humanidad ningún homenaje de recuerdo se hará a las puertas de ayuntamiento alguno, dedicando a su breve paso por este mundo un modesto minuto de silencio, y tres días de luto.
Los doscientos milloncejos que han arrancado la multitud de asociaciones que viven del chollo del maltrato no son para un niño, quién sabe de qué raza, y de qué difíciles circunstancias familiares le libró la muerte, si eso había entre los que le dieron vida.
Sólo les recuerdo que un niño no fue a la escuela, no le llevaron de excursión, no tendrá regalos en Navidad, y no verá el próximo verano que seguramente vendrá.
Total, sólo era un niño. Descansa en paz, pequeño. Va por ti.
Jesús Ayala Carcedo, delegado de la ASOCIACIÓN DE PADRES DE FAMILIA SEPARADOS DE BURGOS-A.P.F.S.-BURGOS.